¿Subrayar los libros es maltratarlos?
@escape_de_letras
Existe un interesante debate entre lectores, académicos y amantes de la literatura sobre si subrayar libros es una forma de interacción enriquecedora o si, por el contrario, es un acto que roza el vandalismo literario. Lo primero a comprender es que un libro puede tener diferente significado para cada quien. Algunos lectores lo consideran un objeto de arte que merece ser respetado en su forma original.
La idea de alterar un texto, incluso con buenas intenciones, puede parecer una falta de respeto hacia el autor y su creación, además de una profanación a la estética del libro, que les produce placer visual. Por otro lado, hay quien piensa que los libros son un objeto personal de uso. Subrayar o escribir en ellos permite que el lector interactúe con el contenido, convierte la lectura en un proceso más dinámico y personal.
Es una manera placentera de tener un diálogo con el autor. Al volver a leerlo o consultarlo, los pasajes resaltados pueden evocar recuerdos y emociones, lo que enriquece la conexión con la obra. Esta relación íntima hace que el libro se sienta más como un compañero que como un objeto sagrado. Debemos tomar en cuenta que la práctica de subrayar libros ha evolucionado a lo largo del tiempo. En el pasado, se consideraba inaceptable por razones culturales, educativas y económicas. En épocas en que la literatura era escasa, costosa y laboriosa de crear, los libros debían ser preservados en su estado original para el uso de varias generaciones.
Además, se enseñaba a los jóvenes a absorber la información sin ningún tipo de reflexión. Subrayar implicaba una forma de análisis que no era promovida en el sistema tradicional.
Con el tiempo, a medida que la producción de libros se volvió más accesible y la educación comenzó a fomentar el pensamiento crítico, la percepción sobre subrayar cambió.
Quien escribe este articulo pertenece al segundo grupo de lectores: los que aman hacer suyos los libros, dejar ahí plasmadas las marcas, pensamientos e ideas que surgieron durante la lectura. Por lo que si tú, como lector, perteneces al otro bando, te invito a reflexionar si tus acciones son fruto de una convicción auténtica o si, por el contrario, estas obedeciendo a un mandato de generaciones anteriores. La intención es que este artículo pueda ser liberador y comiences a experimentar el placer de interactuar con la palabra escrita sin temor o culpa. Hoy en día, los libros le pertenecen a quien los compra, como lectores tenemos todo el derecho de hacer con ellos lo que nos plazca y la decisión de subrayarlos o no es individual y válida.